
no es bueno alargarse en discursos o razonamientos prolijos, para no exceder los límites de la modestia.
huyamos de hablar en alta voz y sobrada eficacia, pues ambas cosas reflejan vanidad.
Es necesario examinar todo lo que vamos a decir antes que del corazón pase a la lengua.
el ejercicio del silencio, no permite tener gran virtud, pues “ el que domina su lengua, domina su cuerpo”, de esta forma se lograrán grandes victorias , y se obtiene una gran inclinación por las virtudes .
por ello es propicio ejercitar esta virtud, callando cuando se tuviera ocasión de hablar, siempre y cuando que con ello no se afecte el prójimo. procuremos huir de las conversaciones profanas, acordémonos del gran enemigo que tenemos interiormente y fuera de nosotros, eso nos ayudará dejar sin dificultad las conversaciones y discursos inútiles.