lunes, 20 de junio de 2011

El desaliento después de las caídas

Por: Pavlusha Luyando Joo
Extracto del libro "Combate espiritual " de TISSOT
Nuestra salvación tiene dos peligros: la presunción en la inocencia y la desesperación después de las  caídas.
De los dos el segundo es el  más peligroso, porque el alma vencida en desaliento, se sumerge fácilmente en el abismo del mal. Como si una cadena de plomo estuviera en nuestro cuello que nos hunde al fondo de las aguas.
Con un arrepentimiento confiado, nada se habría perdido; pero después de una falta, que en muchos casos no pasaba de ser una sorpresa, el demonio de la desesperación se insinuó en el alma desconcertada, y esgrimiendo argumentos a cual más desalentador, concluía por conseguir que brotara el pensamiento aplastante de Caín: Mi iniquidad es demasiado grande, para que merezca perdón (Gén 6, 13).

El príncipe de las tinieblas se adueña del alma, la dirige, la empuja y la precipita donde quiere: operatur in filios diffidentiae (Efes 2, 2); le ha comunicado dos de sus más diabólicas disposiciones: el alejamiento de Dios por el pecado y el miedo a Dios por el desaliento. Incluso aprovecha las faltas más pequeños para llevar al individuo a la desesperación.

Todo el mal que hacemos no es nada a comparación de la falta de confianza en Dios, «..Hay, que perderlo todo antes que perder el ánimo, la esperanza y la resolución» (San Francisco de Sales)
No hay que desanimarse ante nuestras imperfecciones, sino es necesario levantarse y luchar contra ellas cada día, hasta el momento de nuestra muerte.